Le robaron la mula blanca
Llegaron a la plaza montando el escándalo de las fiestas tétricas y macabras, vociferando obscenidades y lanzando tiros al aire de sus fusiles y escopetas espoliadas. Les dijeron que se presentaran con las mulas, sin las mantas.
La abuela Dionisia llora bajo el olmo. Al abuelo le han robado la mejor, la blanca (con la de sacrificios que costó a sus padres Fidela y Vicente). Cuatro bocas que dar de comer, ¿con qué ahora?
Al alba llegan los otros; reparten chocolate y migajas de pan negro, luego, caldo de tropa a la algarabía. Los chiquillos saltan de dicha en sus ojillos. Inocentes olvidan las asperezas de la guerra en sus estómagos jugando a encontrar el garbanzo flotando en la cazoleta.
(Recuerdos de una de aquellas niñas, ahora abuela, sobre la guerra civil española. La desesperación y la paz, dos grandes contradicciones con las que va a morir sin saber realmente qué pasó; sólo lo que le contaron. Y han pasado 75 años del final de aquella barbarie.) Imágenes de ideal.es y www.todocoleccion.net
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