Lorito y pachón
Desde mi ventana diviso al fondo el callejón. En la cerca de la casa una jaula blanca, muy coqueta, desde la que un loro cabrea al perro de su también amo, con unos chiiiissss..., ¡pum!, chiiiissss..., ¡pum!, que bien parecen los petardos de una mascletá en Fallas. Luego, le suelta ¡como coja una vara!, similar a las cacofonías del humorista José Mota.
Son eternas las horas que se escucha al loro cabrear al perro y a éste bufar y ladrar como un poseso. El dueño ya no hace caso y el vociferio y los ladridos han pasado a ser parte del universo de ruidos que azotan la calle.
A veces, mientras desde el televisor se escuchan las alharacas entre el honorable Artur Mas y el excelentísimo presidente Mariano Rajoy, en los interminables argumentarios sobre si sí, o si no, sobre el separatismo catalán, se me enfría el plato en la mesa, hipnotizado por los movimientos del pico del loro y los zarpazos cansinos al aire del perro pachón tendido sobre la estera. Hasta me parece que el loro chisporrea catalán y el perro le ladra en galego.
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