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sábado, 1 de febrero de 2025

 Coincidencias

Campos de concentración y exterminio. Sobrevivir al infierno, y al olvido 


    Mauthausen (Austria). Campo de exterminio de categoría III, junto a Auschwitz-Birkenau (Polonia). Allí es deportado, un 24 de enero de 1941, Joan Tarragó (Nº 4355, Triángulo Azul, como apátrida, y "S" de Spanien), militante del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC). Es uno más de los cuerpos apelmazados en vagones para caballos; donde entraban seis animales ahora van cien hombres enjaulados. El convoy llega de madrugada al campo. Transporta novecientos prisioneros de guerra desde el Stalag XIID, en Triers (Alemania). Antes estuvieron recluidos en el Stalag VIIIC de Zagan (Alta Silesia), en trabajos forzados para el gobierno colaboracionista con los nazis, la "Francia de Vichy" del mariscal P. Pétain. Habían viajado engañados, ante su posible liberación, inducida por los primeros militares alemanes que tenían su custodia. Terminaron entre los palos y los perros de los soldados de las SS, tras dos días apiñados de pie, con minúsculas salidas de aire, y sin más alimento que un saco de galletas de campaña, sin agua. Durante el viaje se habían encontrado con las versiones más perversas del ser humano. Un miembro de las Brigadas Internacionales, voluntarios que habían apoyado al bando republicano en España, vestía ahora el uniforme de capitán de la Wehrmacht. 
    Joan Tarragó había nacido en El Vilosell (Lleida) en 1914. Activo militante, durante la República, en posiciones de izquierda, abrazó primero el anarquismo desde la Juventudes Libertarias en Madrid (1932), para luego pasar a las filas del Partido Socialista Unificado de Catalunya (PSUC) de Tarragona. Responsable de las milicias antifascistas de UGT, a partir de la sublevación militar del treinta y seis llega a tener distintos puestos de responsabilidad en el frente, como el de instructor de divisiones. Con la caída de Cataluña es recluído en el campo de concentración de Saint Laurent de Cerdans y luego al de Sptfornds. Alistado en el ejército francés, para hacer frente a la invasión alemana del país, es capturado en junio de 1940. A partir de ahí comienza su "peregrinación" por los Stalag nazis, como tantos otros miles de militares de todas las nacionalidades presos en y durante el conflicto. 
    Los soldados españoles, alistados en unidades del ejército francés, y capturados como luego ocurrió con cientos de miles de soldados británicos, u holandeses, tuvieron en parte, en los primeros meses, el tratamiento que las leyes internacionales imponían a los prisioneros de guerra. Las autoridades alemanas se pusieron en contacto con las cancillerías de los países origen de los prisioneros, pero la respuesta fue desigual.
H. Himmler, SS Reichsfürer, en Mauthausen.
Abril de 1941. Wikipedia.
    Si las primeras deportaciones al campo se produjeron en agosto de 1940, el proceso con España para con estos militares, se oficializa en septiembre. El veinticinco de ese mes, el jefe del Departamento Central de Seguridad del Reich (RSHA), Reinhard Heydrich cursa la orden de sacar de los campos de prisioneros de guerra a los españoles, y enviarlos a campos de concentración, con ejecución inmediata. Tan sólo hacía unas horas que Ramón Serrano Suñer, ministro de Asuntos Exteriores, cuñado del dictador Francisco Franco y hombre fuerte del régimen, se había reunido con Hitler y Himmler. La Gestapo, como policía secreta del Tercer Reich, iniciaba, inmediatamente, la búsqueda hasta el último soldado republicano español por toda la Europa ocupada. Los golpistas que habían ganado la guerra española no reconocían a sus compatriotras del otro bando, ni fuera de sus fronteras. 

   Barracón (block) 13, Stube

    En los stalag ya se había urdido la clandestinidad de los militantes del PSUC. En Mauthausen se logran agrupar unos veinticinco; su objetivo cómo sobrevivir al terror, su función robar comida y medicinas para repartir con el resto de presos. Analizarán, como activistas políticos experimentados, la situación política y el desarrollo de la guerra, "mantener una buena moral, preparar condiciones de resistencia local, ante la eventualidad de que tuviéramos que utilizar la fuerza para salvar nuestras vidas; organizar la solidaridad entre todos". Joan Tarragó recibe cada noche las novedades de quienes tiene a su cargo, son grupos de tres, que a su vez luego transmitían a la dirección, y de ahí a otro "escalón" denominada Comité Internacional. El día a día suponía esquivar las felonías de los kapos (supervisores de los campos, afectos a los nazis, o de su confianza). Y, entre tanta crudeza, horror, muerte y desesperación surgen las luces que abren un hueco ante tanta oscuridad, la biblioteca.
    Será a principios de 1943 cuando entran convoyes con cientos de franceses que traen ocultos entre sus ropas, los libros. Será el clavo ardiendo de la "evasión" del terror: la literatura en cualquier vertiente. Casi doscientos volúmenes (Zola, Víctor Hugo, Dostoievski, La madre de Gorki..., sin que falten de filosofía, y hasta alguno, incluso, sobre marxismo). El "bibliotecario" del campo de exterminio nazi, recuerda en sus memorias cómo se pasaban cautelosamente aquellos primeros libros (un corso lee La Cartuja de Parma, y la pasará a los que venían a ser sus contrarios en pleno conflicto por la invasión de Italia de la isla de Córcega, 1942/43). Picot, su camarada catalán, reparaba los más deteriorados. El peluquero Manuel Azaustre, también militante comunista, los guardaba en un armario seguro en su barracón (Azaustre, compartiría luego su activismo político en la clandestinidad y los recuerdos de los campos con Jorge Semprún, quien fuera ministro socialista en la España ya democrática, y que también cayera en otro campo, más avanzada la guerra). Ese armario hubo que trasladarlo luego al block 12, hasta la liberación
    "Leer era escapar, por unos instantes, al infierno", acuña la portada del libro Stendhal en Mauthausen, editorial El mono libre, 2024 que recoge las memorias de este superviviente del Holocausto, Joan Tarragó, contextualizado en su vida y relaciones familiares y vivencias tras la salida del campo, su devenir como "reviviente", de sus silencios, sus noches de insomnio arrastradas por los diablos del recuerdo, traídas por su hijo Llibert Tarragó (fundador, en 2003, París, del grupo de investigación Triangle bleu, Documentation et Archives diciembre Républicains Espagnols deporte de France). 
    En sus Memorias, inacabadas por su muy quebrada salud toda su vida, Joan también relata cómo se sacrificaron miles de prisioneros de otros ejércitos como el soviético, de la incitación y el abuso sexual a estos hombres por parte de algún kapo, del barracón de las mujeres forzadas a prostituirse para "desfogar" tanta tensión acumulada -ya no tenían ensoñaciones, pulsiones, ni deseos, habían olvidado lo que era una mujer-, o cómo se hizo responsable de un altercado para salvar a un compañero mayor que habría muerto de las palizas. Luego, la desazón ante el foso abierto políticamente y en la acción, entre los comunistas de "fuera" y "los de dentro". Joan Tarragó falleció en 1979, y el pueblo de El Vilosell abre, en 2019, su biblioteca, "La Clandestina".

Liberación

    El cinco de mayo de 1945 banderas republicanas cubren la puerta del campo, con la frase "Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras". Cuatro días antes, de forma casual en una ronda de reconocimiento del terreno los habían encontrado un pelotón del ejército estadounidense.  El grupo organizado de españoles se hicieron con las armas de los alemanes huidos y lograron mantener cierto orden entre los cientos de "esqueletos andantes" desorientados y desesperados por el hambre y el sufrimiento físico, mental sufrido. En aquel momento también se organizó, según Llibert sobre conversaciones y documentos transmitidos por su padre, que un grupo de la organización clandestina comunista española, a iniciativa de Casimir Climent, ayudado por José Bilina y Joan de Diego, infiltrados en el secretariado del campo,contabilizaron que entraron en el campo 7189 españoles, y salían 2374, es decir habían muerto 4815. Joan Tarragó criticó siempre, en confesiones a su hijo, el que algunos siempre quisieron inflar las cifras, cuestión que él cuidó en sus escritos (en un documento oficial nazi que guardan los familiares de Joan de Diego, con fecha del primero de mayo de 1945, cinco días antes de su liberación, aparecen 2165 españoles presentes en el campo, y otros españoles que aparecen en otra categoría que no era "rotspanier", rojos españoles). 
Según estudios de Amical de Mauthausen y otros campos y de todas las víctimas del nazismo en Españae aparecen unos nueve mil españoles españoles deportados a este campo, de los que murieron unos cinco mil quinientos.
    Los asesinatos se produjeron por fusilamientos, ahorcamientos, mordeduras de perro, precipitados por el barranco de la cantera, electrocutados en las alambradas que rodeaban el campo... Los datos de muertos y sobrevivientes llegan a partir de los documentos escondidos por tres españoles destinados a las oficinas del campo, en los días inmediatos a la liberación. Visualmente pueden haber llegado a la retina de muchos espectadores, el escenario de Mauthausen, por la película El fotógrafo de Mauthausen (2018). Francesc Boix, ayudante del fotógrafo del campo, hizo acopio de las fotos y negativos que pudo del día a día en el campo. Aquellos documentos gráficos fueron determinantes en los juicios de Núremberg para contradecir la versión de que los jefes y responsables nazis, como Albert Speer y Ernst Kaltenbrunner que aducían desconocer el calculado proceso de exterminio. Una acción que no se hubiera podido llevar a cabo sin la participación de sus compañeros, en particular Antonio García, también fotógrafo en el campo (en una carta, aportada por el hijo del propio Joan Tarragó, Llibert, enviada el 13 de junio de 1975 a Montserrat Roig que estaba preparando el libro Los catalanes en los campos nazis (1977), reivindicaba la acción de grupo imprescindible para llevar a cabo acciones o sobrevivir: "...Es cierto, tuvo un papel activo (Boix), e incluso fue quien sacó los negativos del laboratorio fotográfico, mientras García estaba en el hospital. El amigo García jugó un papel tan importante o incluso más importante que el del propio Boix en esta tarea. Digo esto porque fui yo quien controlaba a este camarada, encargado personalmente de esta misión por la Dirección del Partido; me informaba sobre los negativos que ocultaba...). (Sobre Tarragó RTVE propició el documental Joan Tarragó: el bibliotecario de Mauthausen, dir. Miguel de los Santos, 2019).
    Durante la presentación del libro Stendhal en Mauthausen, en el Congreso de los Diputados (Madrid),
Llibert Tarragó trajo a colación sus principios o pilares sobre los campos de concentración y exterminio nazis y el fascismo: la negación de la persona, la aniquilación industrial, apuntando la intención de H. Himmler de llenar los campos de esclavos "que trabajarán para nosotros y que construirán nuestras ciudades, pueblos y granjas sin que debamos prestar la menor atención a las pérdidas inducidas".     
    El filósofo Walter Benjamin (Berlín, 1896-Portbou, Gerona 1940), criticó la teoría fascista y sus inductores. Denunció aquella democracia burguesa que alzó al poder a Hitler, y al capital financiero e industrial que apoyó a los nazis como forma de contrarrevolución frente al socialismo, y a los que el fascismo les otorgó la propiedad, frente a las masas que reclamaban cambios en la relación de la misma (su suicidio en tierras españolas, ya con el régimen franquista, colaborador de Hitler, tuvo que ver con la persecución a la que se vio sometido hasta la extenuación). Llibert, puntualizó, en sus apreciaciones que hay que utilizar nazismo, no fascismo para aquel régimen, y que no se debe jugar con los insultos de este tipo pues degradan la intensidad y profundidad del término que sostiene la muerte de quien piensa lo contrario. El calvario de un deportado español como su padre, que desarrolla lo esencial de su trayectoria vital con la República española en 1931, la guerra civil, los campos franceses tras la derrota, luego en los alemanes con su Triángulo Azul (de apátridas pues Franco no quiso reconocerlos como militares españoles ante las autoridades alemanas). Llibert también trata de desterrar el concepto de héroes por el de "revivientes" como lo acuña Marie-José Chombart, deportada en Rawensbrück. Su padre Joan añadía "Sobrevivíamos gracias a la fuerza del colectivo, animado por un ideal", para luchar contra el desánimo total y el suicidio. Luego, este hijo de aquel deportado recoge la profecía de la filósofa Hannah Arendt: "El siglo XX será el siglo de los seres humanos desplazados". La propia Arendt se identificó con la tragedia desde 1933 cuando comprendió lo que significó ser judía, hasta perder su nacionalidad, ya en París, en 1937. De su experiencia, estudios y análisis surgiría una obra fundamental en desentrañar las causas del terror, Los orígenes del totalitarismo (1951), donde analiza tanto el trasfondo del nazismo como del estalinismo. Añade Llibert, "y qué decir del XXI..."
    Porque no se debe olvidar, ni temer al olvido "por eso hay que abrir las fosas comunes", de todas las guerras y persecuciones, e ir más lejos con la memoria, y Llibert Tarragó pronuncia la palabra "comunista" en la sala del Congreso español, haciéndose eco de las apreciaciones de la calle, como si esa palabra fuera maldita o reprochable (recordando que su padre fue en sus inicios anarquista pero luego militó hasta el final en el comunismo). El parlamentario F. Marc Álvaro de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) denuncia que se hace apología del franquismo desde la tribuna parlamentaria sin miramientos. En los corrillos tras la presentación se detecta la preocupación de unos aires de vuelta al pasado retratado en el libro, con otros enfoques y herramientas de acceso al poder. Hay quien opina que los políticos responsables del gobierno actual no están muy al tanto, o no quieren reconocerlo más que en las intervenciones mediáticas, con pocas acciones de real calado social. También se oye cómo la Memoria histórica está siendo torpedeada.



Campos de concentración y exterminio, también en España

    "Organizarán los campos de concentración con los elementos perturbadores, que emplearán en trabajos públicos, separados de la población", es la orden enviada por el general F. Franco a sus generales el 20 de julio de 1936. Estos campos oscilaron en número y tratamiento según el desarrollo de la guerra. 
   F
allido el golpe de estado inicial se genera el conflicto armado desatando la guerra civil. T
ras la campaña del norte, en marzo de 1937, noventa mil prisioneros, del bando republicano (solo en Santander fueron treinta mil) son un problema y será cuando se amplíe el número de campos y centros de internamiento y trabajos, hasta llegar a casi los trescientos que se han documentado hasta hoy. Por estos campos pasaron hasta casi un millón de presos, según datos que se guardaban en la Inspección de Campos de Concentración de Prisioneros (ICCP), organismo que desaparece en 1942. 
    En estos campos "los presos son considerados como delincuentes y pierden la condición de prisioneros de guerra", no habían sido juzgados muchos y otros habían sido directamente fusilados. El miedo a caer en manos de los pistoleros de la Falange aumentó el miedo en ciudades y pueblos donde las delaciones provocaban tensiones con finales trágicos buscando antes la reclusión que la huida. El Vaticano, con la figura de Pío XII, para unos fue "filonazi", y para otros, en el revisionismo de su figura, han encontrado documentos de preocupación por las masacres contra judíos y católicos en la guerra, y por la deriva de los regímenes fascistas, en el caso de España peticionó que no se cometieran excesos por la crudeza de Falange (el régimen se calificaría de nacionalcatólico, por el apoyo ideológico, casi unánime, de la Iglesia española a la represión ejercida y posterior desarrollo de asentamiento en el poder del franquismo)
    El trato vejatorio en estos campos, se acompañaba con la consideración y el interés por recuperar algunas de estas fuerzas para unidades nacionales en el frente. Por eso el día a día buscaba la afección al nuevo régimen, siempre con la espada de Damocles sobre los presos (golpes, gritos, formación, saludos y cantos fascistas, si bien no había un plan de exterminio, al menos documentado para llevar a cabo, ya se hacía convulsivamente, aleatoriamente, sin protección para el preso. Paradigmas de esos campos del terror sangriento serían Santoña (Cantabria), San Juan de Mozarrifar (Zaragoza), Miranda de Ebro y San Pedro de Cardeña (Burgos), Celanova (Ourense). Tras la decisiva derrota de los nazis por el ejército soviético en Stalingrado, y el decurso que iba tomando el conflicto en varios frentes, trajo cierta atenuación en las condiciones de los presos.

Hacia el olvido y la distorsión, con la memoria muerta "a tiras"

    El 27 de enero pasado se celebraba el 80º aniversario de la liberación, por el ejército rojo, en 1945, del campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau. El próximo cinco de mayo será la efemérides de la liberación de Mauthausen por las tropas estadounidenses. Los más de cuarenta mil campos de concentración creados desde la política nazi entre 1933 y 1945, con el fin de generar trabajos en todos los campos con los prisioneros de guerra, en la Europa ocupada, fue una herramienta de terror, pues en muy poco tiempo, una vez iniciada la guerra, pasaron algunos a ser centros de exterminio. Inmediato al ascenso de Hitler al poder, ya funcionaba Dachau donde se recluyeron adversarios políticos, de izquierda o liberales, o los denominados "asociales" como prostitutas, delincuentes y gente de la calle sin recursos.  
    
Mauthausen (1938) y Auschwitz (1940) tenían subcampos que incluían instalaciones de fábricas de armas, municiones (sobre todo a partir de 1942, cuando los alemanes vieron que la guerra no iba como deseaban),  también en canteras, minas, obras de infraestructura o granjas de los alrededores, donde los prisioneros fueron utilizados como esclavos, con la finalidad de una rentabilidad militar y económica, ajena a las condiciones de extrema dureza física y mental, y pérdida de vidasEl concepto de exterminio, el asesinato en masa fue dirigido inicialmente hacia el pueblo judío; luego vinieron otras minorías, consideradas indeseables, como los gitanos, y soldados de los bandos contrarios (como los soviéticos de la imagen, del campo de Mauthausen), con el crematorio o la inyección letal.
    En las conmemoraciones el canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, pedía no ceder "ni un milímetro", ante el auge del nacionalismo radical y el populismo. Un país que cuidó la memoria de aquel y que en estos días tiene a la extrema derecha ganando posiciones y proposiciones legislativas en el Bundestag, tal y como también denuncia la excanciller Angela Merkel apelando a su propio partido que no entre en el juego de alianzas con los extremistas que se anclaron en principios que se creían superados en Alemania (Albrecht Weinberg, deportado en Auschwitz, y casi toda su familia asesinada en campos, sobreviviente a tres campos, devolvía estos días la Cruz Federal al Mérito, por el giro de la CDU, democratacristina, a la ultraderechista alternativa por Alemania, la Afd, sobre poner restricciones a la inmigración al país). Scholz se refirió a las declaraciones de Elon Musk, hombre fuerte de Donal Trump, quien ha manifiestado apoyar a los ultraderechistas desde su imperio comunicativo, "no tenéis que pedir perdón", así como levantar el control a bulos y mentiras en sus medios, y que pueden alentar la xenofobia y otras persecuciones. Su presidente inició su segunda legislatura persiguiendo supuestos delincuentes sin papeles en los Estados Unidos, deportándolos fuera del territorio y utilizar el centro de detención de Guantánamo (Cuba), como prisión militar, campo de concentración sin eufemismos, para unos treinta mil de estos "detenidos". También ha expresado la intención de ocupar territorios fuera de sus fronteras, o colaborar con los israelíes para "desplazar" a un millón y medio de palestinos a otros países, fuera la Franja de Gaza (apoyar otra "limpieza étnica", como ya se hiciera con 750.000 palestinos entre 1947 y el 49, además del actual genocidio que el gobierno de Israel está llevando a cabo, tras los ataques de Hamás, con casi cincuenta mil muertos, muchos niños, mayores y mujeres, desde octubre de 2024). La aquiescencia de Israel a esta propuesta, provoca consternación y  estupefacción por lla reaparación de las posibles "contradicciones" de encarar su devenir en la historia por los pueblos. No dejan lugar a dudas que estas premisas, que se repiten en discursos en distintas partes del mundo, llevan el germen de reminiscencias de los pasos iniciales de la ideología y régimen que trajo cuarenta millones de muertos en civiles y otros veinte millones de militares, en la segunda guerra mundial del siglo pasado.
   La Unión Europea (UE) condenó también el "alarmante" aumento del antisemitismo y la "negación y distorsión" del Holocausto. "Condenamos en los términos más enérgicos posibles el alarmante aumento de los incidentes antisemitas violentos, la negación y distorsión del Holocausto, así como las teorías conspirativas y los prejuicios contra los judíos", así lo expresó el Consejo Europeo, si bien faltaron referencias a la historia con detalles que dejan abiertos espacios para la reflexión sobre qué discurso, quien domina el relato de los hechos del pasado, y del presente. Ahí los medios tienen su posicionamiento. Se silenciaron quienes liberaron el campo, el ejército soviético (en la BBC en un reportaje se recogían los recuerdos de uno de aquellos soldados que narraba cómo los prisioneros que liberaron, unos siete mil, de un millón cien mil asesinados, tenían miedo de tomar la comida que les ofrecían, así como acercarse a ellos).
    En España, tímidas voces hablan de "doble moral" de los reyes Felipe y Leticia, al estar presentes en Auschwitz y "no condenar" los crímenes y campos de concentración del franquismo durante ese periodo y posterior a los nazis (y no sólo los reyes, también partidos políticos del parlamento español).

Libros y cine por la resistencia al olvido

    La resistencia humana en situaciones de privación de libertad o casos extremos, generan mitos o seguidores de quienes los superaron. Esto genera, en el retorcimiento de lo humanamente posible, que alguien se valga de la mentira para subirse al "carro" de los supervivientes. En las pantallas continúa Marco, la verdad inventada (2024). Protagonizada por Eduard Fernández en el papel de Enric Marco, un farsante que logró engañar a la opinión pública, y a su propia familia, de que había estado prisionero en un campo de concentración nazi. Tan verosímil fue su montaje que llegó a presidente de la Asociación Española de Víctimas del Holocausto. Hasta que el historiador B. Bermejo lo destapa.
    Donde el cine llega con tanta velocidad, y pone imagen a las líneas de los libros, volviendo a ellos como seña de "salvavidas" hoy siguen retrotrayéndonos a otros casos de admiración y valor intrínseco por la fe de los personajes y verdad, como Joan Tarragó. Otro comunista, proveniente en este caso del ámbito intelectual, fue el escritor y luego ministro con el PSOE, en su gobierno tras la Transmisión después de la muerte del dictador, Jorge Semprún, detenido por la Gestapo y deportado a Buchenwald (Alemania). Allí tuvo una biblioteca a la que poder acudir. La lectura voraz y el encuentro con la poesía y los compañeros los domingos tarde libres en el campo le "anestesiaban" el sufrimiento. El sobreviviente Semprún nos recuerda que algunos campos no se cerraron con el final de la segunda guerra mundial (Buchenwald se vacía de deportados en julio del 45. Vuelve a abrirse en septiembre como Spezial Lager Nummer Zwei, Campo Especial Número Dos, de la policía soviética en la zona de ocupación, hasta 1950, ya República Democrática de Alemania (RDA), para en un primer momento, encerrar responsables nazis como funcionarios sin gran poder de decisión, policía, no los juzgados en Nüremberg, y más tarde opositores al sistema de la República Democrática Alemana).
Títulos sugeridos, el 27 de enero.
B.P. "José Acuña", Madrid.
    Al pasear el día de la conmemoración de la liberación de 
Auschwitz-Birkenau por algunas bibliotecas se podían ver estanterías con lecturas aconsejadas, los títulos referentes al Holocausto y sus protagonistas. Las editoriales también habían comenzado, meses antes, aferrarse al tema con los últimos textos. La editorial Almud, Toledo, tiene previsto editar el trabajo de José Antonio da Cunha, un profesor/investigador, que tiene localizados casi novecientos castellano-manchegos en Mauthausen (número que coincide, curiosamente, con el de soldados que transportaba el convoy en el que iba Joan Tarragó, y que saldrá para mayo, aniversario de su liberación).
    Como dijo la escritora Charlotte Delbo, (1913, Vigneux-sur-Seine, 1985, París), en sus memorias en la trilogía Auschwitz como miembro de la resistencia francesa: "Cada cual se había llevado sus recuerdos, todo el fajo de sus recuerdos, todo el peso de su pasado. Al llegar tuvimos que deshacernos de ellos. Entrábamos desnudos. Me diréis que a un ser humano se le puede arrebatar todo, menos la memoria. No sabéis nada de nada. Primero se le extirpa la condición de ser humano y entonces la memoria lo abandona. La memoria se va a tiras, como tiras de papel quemado".
    Ángel Solo, poeta, dramaturgo y actor, deja caer en los últimos versos de su soneto "Iluso", lo que, quizás sin ser demasiado tarde, ahora toca, arrastrándonos al momento en el que estamos, con la poesía combativa y nada entregada a la alienación:
... 

Débil para mirar hacia otro lado
no aprueba la injusticia ni el abuso,
no acepta a dictadores del pasado,

ni quiere privilegios, es iluso
y busca compartir lo más sagrado,
que es vida, amor y sueños, ya en desuso.

Cien sonetos y un día, Ángel Solo, Pigmalión Poesía 186, 2024.


martes, 22 de agosto de 2023

Coincidencias ante la manipulación del lenguaje

Cinco lobitos..., 

y aquellos que se mimetizaron con las "ovejas"

    En estos días de incandescencia climática y social dos hechos pudieron pasar desapercibidos para una gran mayoría. El primero fue el fallecimiento de uno de los periodistas más valiosos para la construcción de la información y el sentido crítico sobre la realidad en los conflictos bélicos y sociales, Ramón Lobo (2 de agosto). Una semana más tarde, el nueve de agosto, llegaba un nuevo aniversario de la muerte de Herman Hesse, en 1962, autor de El lobo estepario (1928). A priori parece un juego de fechas y rebuscada casualidad coincidentes tan sólo en el vocablo lobo.
    Tratándose de lobos, está muy reciente una película, Cinco lobitos (2022), que representa a nuestro país en los Oscar de Hollywood de 2023. Habla de la maternidad no compartida en principio por el padre, la crianza de una hija sobre los hombros de una madre, sus renuncias vitales, el trabajo como primer pago y, asumir "culturalmente", además, el cuidado de sus mayores hasta la extenuación. Habla de una ruptura física y mental que se ha venido produciendo, y todavía continúa, en muchas mujeres; de la importancia de la la conciliación y la necesidad de compartir, realmente, las tareas y cargas rutinarias y diarias.    
    Y como la curiosidad no es coja, nos vemos rebuscando en la memoria una obra de teatro con el mismo título comprada hace muchos años en una librería de viejo. Sus autores, los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero (Biblioteca Teatral, Año XI, Número 147), la estrenaron en el Teatro Cómico el 13 de enero de 1934. Un potentado desconfiado de sus trabajadores los va sustituyendo por cinco hermanas que lo cuidan y le llevan la hacienda. La trama raya entre la inteligencia y diligencia de estas mujeres, y algo de inquietante interés por hacerse con la hacienda. Los Quintero apoyaron a María Lejárraga, quien escribía teatro firmado luego por su marido G. Sierra. Sus obras desprendían cierto tinte feminista, pero no llegaban más lejos.
   La comedia tuvo su adaptación a película, en 1945, por el director húngaro Ladislao Vajda, con guión de Matías Cirici Ventalló, José Galhardo y Luis Galhardo, y sigue los mismos pasos de la trama, pero aquí, tras una aparente apertura hacia el feminismo termina en machista y reaccionaria. Donde antes había un acaudalado ahora era un empresario de la construcción, con empleadas, que va sustituyendo posteriormente por hombres.
    Pero detrás de estos títulos, ¿quién no ha agitado los dedos de su mano abierta mientras susurraba, o recuerda que se lo han hecho o visto en un parque: "Cinco lobitos tiene la loba, cinco lobitos detrás de la escoba, cinco que tuvo, cinco crió, y a los cinco lobitos tetita les dió"? Una vieja canción de cuna que tantos seres, y ancestros, hemos interiorizado en el imaginario de nuestra cultura, y que su protagonista, de origen mitológico, se le han ido atribuyendo esencias humanas. En la Epopeya de Gilgamesh, Mesopotamia, su protagonista se niega a permanecer con una mujer después de enterarse que convirtiera a su antigua pareja en lobo. En Grecia Licaón -hijo de Pegaso- enfurece a Zeus; éste lo convierte, junto a sus hijos, en lobos (¿les suena licántropo?). Esopo (siglo VI a.C.), el fabulista, le asigna a este animal las cualidades de intrigante y malvado pues disfrazándose de oveja atrae a niños y niñas para secuestrarlos: ¡Qué viene el lobo!, luego Pedro y el lobo. De lobas, quizás la más recordada sea Luperca amamantando a Rómulo y Remo, fundadores de Roma (según la mitología romana mellizos concebidos por Rea Silvia y el dios Marte). En el mundo nórdico está Fernir o Fernis, muy temido por los dioses por su insaciable apetito (atrapado y atado a un árbol logra escaparse y matar al dios Odín, aquel dios de la guerra y la sabiduría). Cada parte del globo tiene su relación con esta criatura.
    Por su parte, la religión católica tiene, en sus sagradas escrituras, una referencia que parte de su mesías Jesús: "Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, por por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis" (Evangelio según san Mateo, 7,15-20). Habitualmente nos topamos con esos "falsos profetas", aunque aquí no nos referimos a los religiosos, con sus mensajes encubiertos, con la manipulación de emociones hacia sus intereses, y no siempre bien analizados. Esos "lobos" enmascarados logran desenfocar la realidad y manejar ciertas voluntades y conciencias. En muchos casos sus discursos ya están "blanqueados" y asimilados por una gran parte de nuestros coetáneos. Están listos, han atacado, y se han hecho con parte del rebaño. 
    Como bien titula la autora catalana Na Pai, La nostra atenció ha estat raptada (Tigre de paper, 2021), con una magistral ilustracíón en portada de Joan Manel Pérez. Estamos permanentemente conectados a redes, la dependencia a móviles y pantallas que vierten millones de datos e información que digerimos sin análisis ni filtros, con lo que caemos muy fácilmente en la manipulación; y esto sucede por convertirnos en "productos" de internet y el pago al cambio es nuestra atención. La "gratuidad" de la red supone un caro pago. 
    Así que de vuelta a los "lobos" y el rol de la mujer, y su lucha histórica por la igualdad, quienes tanto cantaron la melodía  de los cinco lobitos, y pueden seguir cantándola, pueden seguir siendo "comidas" por "lobeznos" que han logrado mimetizarse entre las ovejas en plena "contienda" por sus derechos.
    No hace muchos meses que, encontrándome en casa de un amigo, regresaba su hija de un largo viaje. Miento, antes fue con sus amigas a cortarse el pelo en señal de apoyo a las mujeres de Irán (que continúan en lucha en un proceso sangriento por sus derechos). Fue una bocanada de esperanza. Necesitaba algo así, para contrarrestar el bochornoso y denigrante espectáculo de aquellos "niños/pijos" emitiendo voces injuriosas y machistas desde la Residencia "Elías Auja" de Madrid, a sus compañeras: "Mónicas, putas. Salid de vuestras madrigueras como conejas. Sois unas putas ninfómanas. Os prometo que vais a follar todas en la capea. ¡Vamos Ahúja!", mientras algunas de las aludidas justificaban el hecho como banal o bromista. 
   
El bochorno se hizo asfixiante cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, no condenó aquellos gestos, ni como política, ni como mujer. Claro está que para su gobierno, y para tantos otros surgidos tras las elecciones locales del 28 de mayo pasado, el salto cualitativo a la presencia de la política ultraderecha de VOX, auspiciada también por el PP nacional, van haciendo desaparecer consejerías y concejalías de Igualdad, observatorios de violencia, ayudas, espectáculos tachados de manipuladores (teatro, música u obras literarias como Orlando de Virginia Wolf, o teatro, como La infamia que refleja la persecución de Lydia Cacho periodista mexicana por su denuncia de una trama de pederastia se dan en muchos otros municipios de gobierno ultra). 
    Y no hablemos de los gestos obscenos y agresivos que aún quedan en otros representantes de distintas instancias (como la del presidente de la federación de fútbol tras el triunfo del equipo femenino en el pasado mundial). Hemos asistido a la retirada o no seguimiento de líderes políticos en los minutos de duelo y repulsa ante las muertes de mujeres por la violencia de género o machista que niegan, diluyéndolo en otro concepto sibilino de "violencia intrafamiliar". Y según los estudios, una parte que ha alzado este renovado ultraconservadurismo son jóvenes.
    Está claro que parte de la juventud que representan aquellos vociferantes, significa que tienen un ralo sentido crítico y que son un síntoma de cambio de perspectiva sobre la realidad y los valores. En cifras algunos organismos y fundaciones estimaban ya en el 2021 que las chicas consideran que la violencia de género es un problema social muy grave, rondando el 74,2%, mientras que los chicos bajan del 54,2 al 50% ese año. Y son los chicos, entre 15 y 19 años, los que niegan tal violencia de género, y lo atribuyen a un "invento ideológico". Surgen "viejos" modales del pensamiento, olvidando nuestra historia reciente.    
Núremberg (Alemania). Bettman. El País digital, 21-2-2023. 
   El peligro que trajo una recesión económica supuso el ascenso del nazismo en el centro de Europa a finales del primer cuarto del siglo XX. En el caso alemán tras políticas de recortes que se llevaron a cabo entre 1930 y 1932, el partido nazi multiplicó su voto, pasando de tener poco más del 2% en 1928 a casi el 45% en 1933. El periodista Manuel Chaves Nogales, en su viaje por aquella Alemania, describió su asombro por el tremendo apoyo que el nacionalsocialismo recibía del género femenino. En España, el primero de octubre de 1931, las mujeres obtenían el derecho al voto, en un parlamento dividido ante los argumentos. Clara Campoamor (Partido Radical) defendía ese voto frente a la diputada socialista Victoria Kent recriminándole: "...comprendo, por el contrario, la tortura de su espíritu al haberse visto hoy en trance de negar la capacidad inicial de la mujer. Creo que por su pensamiento ha debido de pasar, en alguna forma, la amarga frase de Anatole France cuando nos habla de aquellos socialistas que, forzados por la necesidad, iban al Parlamento a legislar contra los suyos". La diputada Kent pensaba profundamente, y el tiempo vino a darle parte de razón, que las mujeres españolas carecían de preparación política y social, demasiado influidas por la Iglesia (y esto traería réditos a la derecha católica y a la República, como vinieron a confirmar los resultados de las elecciones de 1933, si bien hay que añadir que la derecha acudió unida a esos comicios, y el desgaste de gobierno de izquierdas y abstención anarquista son factores también a tener en cuenta). Campoamor trabajó en sendas enmiendas sobre igualdad entre sexos, maternidad, igualdad de salarios, el estado laico, derechos de equiparación de hijos legítimos e ilegítimos, con lo que no se ponía en duda su lucha emancipadora.
    Luego llegó el franquismo y conocemos el trato y dónde se relegó a la mujer a ser un lacayo del hombre, tanto que el filósofo J.L. López Aranguren hablando del "católico pasivo" como tipo social mayoritario sentenciaba que "... ha dejado -en mayor o menor grado- la preocupación y práctica religiosa 'al cuidado', 'a cargo' de su mujer" (Catolicismo día tras día, Barcelona, Noguer, 1956). Y el miedo, sí el miedo y el repliegue a los avances y libertades conseguidas para la mujer, lo que significó, ya en todos los ámbitos de avances igualitarios y sociales, la censura y la autocensura, que luego se mantuvo tras la Transición. Se ha vivido, y demostrado en los resultados actuales. Sobre todo en la acción educativa, controlada por los distintos gobiernos, el hecho de quien narra y quien domina el discurso del relato, y tiene también su razón con que muchos maestros y maestras asumieron la tarea en un país de alto nivel de analfabetismo y desigualdad, ocultando periodos de la historia reciente y del fondo del franquismo y sus asociaciones con los fascismos alemán e italiano, y sus secuelas de tipo cultural y social. 
    
En la obra 
La esfera que nos contiene (2017)la directora y dramaturga Carmen Losa, expresa el fondo de Maestros de la República: los otros santos, los otros mártires (2010), de María Antonia Iglesias . Un montaje de realidad fragmentada que tiene que reconstruir el público intencionadamente, apoyada en elementos visuales y auditivos y sobre el que sobrevuelan muchos mensajes: El silencio y menosprecio hacia la mujer en el mundo y en particular en el Magisterio de la Historia más reciente de España, el silencio con el que había que vivir en los años 50 por el terror a ser delatado y la mezquindad a sobrevivir con el trago de la verdad por dentro, y a delatar si es necesario. El miedo que no abandonó al magisterio, a la universidad, la autocensura o la no complicación con el entorno o las administraciones, que tampoco hicieron mucho hasta ciertos gobiernos puntualmente, por aclarar la verdad de lo ocurrido y cercenar periodos de la historia que ahora muchos jóvenes desconocen y les lleva a aferrarse a símbolos o ideas que desconocen en su fondo y sentido histórico y actual. 
    En estos momentos ya surgen voces dentro del mundo docente que abogan por una "pedagogía antifascista", como Enrique J. Díez Gutiérrez con Pedagogía antifascista. Contribuir con una pedagogía inclusiva, democrática y del bien común frente al auge del fascismo y la xenofobia (Octaedro, 2022). El autor ha pasado por todos los niveles educativos observando la praxis sobre este tema, y ya publicó La historia silenciada. Unidades didácticas intentaba recuperar la memoria democrática. Es un ejemplo no muy generalizado y aceptado por muchos docentes pero sí intuitivo de por dónde pudiera ir el trabajo en valores en un futuro próximo si no deseamos que se expanda ese blanqueo de una ideología que choca con todo principio democrático. Además está realizando una encuesta global por todo el país para conocer la opinión del profesorado sobre si ve necesaria esta formación antifascista, si se ha practicado un trabajo en valores que sean los que se observan en el contexto generalizado y cuáles pueden ser la opciones de cara al futuro. Los resultados no se harán esperar.
    Desde otro ángulo, u
na novela gráfica que profundiza en cómo una gran parte de la ciudadanía alemana no se percataba del ascenso del fascismo que reemplazaría a la democracia de Jason Lutes, Berlín (tres tomos: Berlín 1 Ciudad de piedras, 2001; Berlín 2 Ciudad de humo, 2008; y Berlín 3. Ciudad de luz, 2018), son otro ejemplo que puede  ser muy elocuente y revelador para quienes quieran acercarse al terror y degradación que no se ven venir. 
    "El miedo trae la derecha; más miedo, trae la ultraderecha", vino a decir Nicolás Sartorius ante sus compañeros históricos de CCOO, a los cincuenta años del "Proceso 1001" (la condena impuesta más alta a unos sindicalistas en la movilización del mundo obrero, en los últimos estertores del franquismo). Sartorius es el autor de La manipulación del lenguaje (Espasa, 2018). En este momento de la historia en el que los extremismos neofascistas suben al poder desde el proceso democrático, es aquel, como dice el propio Sartorius, en el que se deben proferir argumentos que desmonten sus discursos hueros y emocionales con criterios poco democráticos, por otros que hagan caer en la razón y el sentido crítico al que, opinamos, no lo tiene muy avezado. La historia ya nos mostró antecedentes parecidos y sus consecuencias.
    En el imaginario social se comenzó a ver una exposición pública de idearios ultraconservadores, franquistas, entre la clase alta, luego entre la media, bien alimentada, sumisa, y ha terminado extendiéndose en las capas de la clase baja con tendencia a seguir bajo el cayado del pastor y el ladrido del perro. En un sentido "figurado", en lenguaje coloquial, la llegada, la "vuelta" del "lobo", como ser irracional, sin moralidad, agresivo y mentiroso nos ha cogido desprevenidos, se ha metido en el corral tranquilo de las "ovejas". En un mañana no muy lejano ellos y ellas se habrán "comido" nuestras esperanzas y hasta nuestros derechos, con el beneplácito que dan las urnas por votantes que no recuerdan el cuento Pedro y el lobo.
    Cuando este agosto leíamos a Rafael Narbona su escrito sobre
Hermmann Hesse, escritor estepario (El Cultural), destacaba como en El lobo estepario se apreciaba al hombre como "... una cebolla de cien telas, un tejido compuesto por muchos hilos”. El “lobo estepario” también es “zorro, dragón, tigre, mono y ave del paraíso”. Harry presume que la verdadera sabiduría no consiste en volver a ser niño (la alusión a Nietzsche es evidente), sino en “acoger al mundo entero en un alma dolorosamente ensanchada”. Recoge que cuando obtuvo el Premio Nobel (1946) el autor, todavía malinterpretado en gran parte de su obra, manifestaba que no deseaba el ocaso de las diferencias nacionales, pues eso llevaría a “una humanidad intelectualmente uniforme”, pero sentenciaba: “¡Es fantástico que existan muchas razas, muchas lenguas y una infinidad de actitudes y perspectivas!”. 
    Atentos, una vez más, tras esa llamada a la libertad, sobre quienes traen otros discursos enmascarados y que abominan de la diversidad.
    ¡Qué viene el lobo! ¡No! ¡Está aquí, nunca se fue!
Foto:Marcos del Mazo. 

    A Ramón Lobo, otro "lobo estepario", que nos dejó estos días, que cultivó la libertad y la independencia desde el periodismo, desde sus crónicas de guerra y políticas. Destacó por su búsqueda de la verdad y su amor por la diferencia.

sábado, 8 de octubre de 2022

 Coincidencias

De la Trilogía de Rafael Cabanillas


La voz de los silenciados: Quercus enciende su memoria tras la raya del infinito

Es otoño en el Retiro. En la Biblioteca “Eugenio Trías” un grupo lectoras rodea la mesa donde el escritor Rafael Cabanillas Saldaña (Carpio de Tajo, Toledo, 1959) firma los ejemplares de su última novela Valhondo. Es el tercer volumen de la trilogía “En la raya del infinito” que conforman Quercus (2019), Enjambre (2021) y Valhondo (2022).

Al fondo, Eugenia Barragán lo observa mientras surca una sonrisa y retiene motas de lágrimas en sus ojos: “… me ha devuelto a mi hogar, con mis padres y mis seis hermanos, a las Navidades en las que éramos tan felices con tan poco…, aunque los Reyes Magos no llegasen al cortijo para nosotros, porque no sabían que vivíamos allí; pero mis padres nos hacían reír, jugar…”. Volvía unos días, para entonces, de la Escuela/hogar donde entró con cinco años, interna; su hermana fue con las monjas. En casa, su padre, guarda de finca, llegaba con su salario al pan, y poco más, para tantas bocas; además el señorito “no se podía permitir que un hombre faltase un rato cada día para traer y llevar a sus hijos al colegio”, deja caer entre la ironía y la amargura, pero sin rencor. Triste pobreza llevada con orgullo y fuerza. Su madre, y ellas, siempre repiten que han sido felices; aunque sienten, ahora como madres, el sufrimiento de aquellos días la suya el separarse de sus hijas “para tener una vida diferente”. Es una de las tres mujeres que se “atrevieron” a escribir a Rafael Cabanillas. Mujeres que aprendieron en la dureza de sus vidas “lo que es la dignidad, el amor propio y ese germen de esperanza en que las cosas pueden cambiarse”.

Porque los textos de Cabanillas tienen una carga literaria indiscutible, pero sobre todo emocional y de raigambre en la Memoria Colectiva de los pueblos de los Montes de Toledo. Montes del imaginario que trasponen cualquiera de las cordilleras o lugares de acceso intrincado y aislamiento casi perpetuo. Rafael, escritor rabioso y metódico, crea y narra sus miles de peripecias personales y ajenas, interiorizadas por estos Montes, por África o medio mundo por el que ha vivido, viajado, o representado desde la política (fue director general de Turismo en la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha). Escucharle en lo que denomina ya "Territorio Quercus", en el paraje natural de sus demarcaciones literarias, es un viaje a la historia de la mano de un todavía "joven activista" contra el poderoso y el déspota. Trae al instante, entre jaras, la política y la ética de Aristóteles hasta la duda de Descartes. La muerte o el asesinato, le llegan de la narrativa de Dostoyevski, o de La madre, de Máximo Gorki (y ríe, ríe agradecido por cuantos le leen y le escuchan, y esos son muchos, como en la novela del ruso, "un pueblo que ha sufrido"). Ha escrito una decena de libros que van desde la literatura infantil a la de viajes, y se podría decir que con esta trilogía se ha adentrado en las profundas raíces de la literatura ilustrando como trascendente lo cotidiano en una naturaleza austera, la lucha por la supervivencia, al ser que descubre el Amor, que mata, y que sobrevive entre la esperanza y el desconcierto, entre la sabiduría universal sobre lo que ocurre en esa naturaleza y la ignorancia frente a la cultura oficial (que ha hecho a tantos seres sentirse menospreciados, minusvalorados en sus vidas).

Montes de Toledo. De Blog Almanaque Natural.

    Esta trilogía de Quercus continúa las secuelas de una larga y sutil tradición de denunciar la injusticia, o la soledad entre las vidas de unos protagonistas, que, en el caso de Cabanillas tienen rostro, manos y corazón. Y en nuestra literatura reciente son varias las obras que sirvieron, seguramente, de espejo, aún sin intención exprofeso para nuestro autor, como La lluvia amarilla (1988), de Julio Llamazares, con la soledad y la muerte de los pueblos abandonados; Los santos inocentes (1981), con la dominación inhumana por el capricho de los "señoritos" en sus cortijos, o El disputado voto del señor Cayo (1986), de Miguel Delibes; Réquiem por un campesino español (Mosén Millán en 1953, título actual de 1960), los estragos de la muerte y el miedo, de la religión maldita de los malditos que ganaron y olvidaron el pendón de la piedad, de Ramón J. Sender; Viaje a la Alcarria (1948), el señorito que se pasea por unas tierras yermas por la guerra, el fanatismo de los vencedores y la ignorancia premeditada desde el poder, o La familia de Pascual Duarte (1942) el asesinato y el castigo para quienes ya vivían en cochineras, de Camilo J. Cela; o Doña Perfecta (1876), novela ideológica con la tragedia en ambientes donde el dinero paga asesinos y dulcifica las penitencias para el perdón, de Benito Pérez Galdós. Así innumerables retales y radiografías en la literatura española para recoger los despuntes de lo que llamaríamos, con retranca, la “España profunda” y las consecuencias que ello ha dejado, o ha calado en el entendimiento colectivo por lo que vemos y sentimos alrededor: esa fatalidad que se ha ido pegando como el musgo a las paredes de nuestros pueblos y aldeas, donde los asesinatos, las muertes, o las desgracias parecen tener un eco ampliado por las hoces escarpadas de rocas y montañas; algo que cuesta alejarlo del mundo rural, al que interesó verlo más asilvestrado, y que se mantiene en algunos canales de la sociedad como factor diferenciador.

Quercus tiene mucho de supervivencia, de explotación, de miseria, de Amor, de juicio humano que se salta las leyes injustas impuestas. Abel no llega a ser un maquis, pero se echa al monte durante la guerra civil; sobrevive con ingenio, le guía el orgullo, siente el miedo, conoce el amor, lo disfruta, y, a pesar de poder vivir como un “vendido” opta por la rebeldía y la justicia, aún de su propia mano. El ambiente de la novela cruza dos espacios que se dieron en una generación de escritores, aquella novela existencial de los años cuarenta, y la narrativa de lo social de los cincuenta. El autor viaja de la mano de sus personajes por esa naturaleza salvaje, cruel, pero a un tiempo bella y tierna, exuberante, por matorrales y ríos. Se mimetiza con el paisaje y el paisanaje. Rafael Cabanillas donde vio a su entrañable y serrano “Paquillo” tirar con honda su personaje la lanza con igual tino; donde estuvo la leyenda y cueva del muerto allí planta el cobijo del huido, donde se bañaba con sus hijos, en un remanso del Estena, en pleno parque natural de Cabañeros, allí se arropan los cuerpos de los enamorados bajo tres lunas eternas embrujadas. Y luego, que no tiene, o que sí, mucho que ver con la historia de estos parajes, el dueño de las tierras, del cortijo, "don Casto", el dueño de los montes, el que arremete de hambre a los pueblos. Curioso paralelismo con aquellas biografías de apellidos nobles de andanzas políticas y terratenientes, quienes partían con alambres de espinos los collados y colocaban grilletes a los que se rebelaban contra las leyes que también dictaban, a todas luces injustas, para sus intereses. Tanta tensión acarrea muerte. Primero de corzos, de aves, de hombres y mujeres hambrientos, desechados cuando no son productivos. Ahí surge de lo más interno otro Jeremy Bentham (1748-1832) y su Utilitarismo como filosofía práctica para desencadenar lo que es mejor para la mayoría. La muerte le llegará también al “cerdo”, tendrá su "San Martín".   

    Después de Quercus, ya dentro del territorio de los Montes de Toledo, era muy difícil seguir ese personaje que fue Abel. Surgirá una aparente antítesis de personaje y de ambiente en Tiresias (aquel adivino ciego en la mitología griega, de Tebas, hijo del pastor Everes y de la ninfa Cariclo). El protagonista de Enjambre se llamará así. Sus padres son el pastor Jacobo y una mujer dulce y entregada, Remigia (igualmente maternal como lo fuera Cariclo con su hijo, y por otros referentes con Aquiles). Todo se mantiene en la raya de lo imaginario y lo real, como en los Mitos. Y aparecen más rayas, la de Portugal, y una ráfaga del vecino Eustaquio, con el que tienen rota toda relación, sin hablarse, como las dos, o las tres, "Españas". La luz está por llegar, y el siglo está más que mediado, casi al final del XX. Lo que llega es la radio, la voz de una locutora en la noche que despierta el espíritu de Tiresias y, a partir de ahí, la obsesión por hablar con quién le habla bajo las estrellas y barniza toda la pobreza y soledad en la que subsiste con sus cabras, lúcido y único, avezado y despierto. Como si hubiera atravesado el Hades, Tiresia recobra la visión hermosa del mundo con unas gafas que por fin le llegan desde el cielo de las ayudas públicas, dígase la administración capitalina; esto embellece la visión del mundo y donde otros seres, como las musas o las ninfas griegas, le llegan de la mano del maestro que lo guía hacia otro universo que, poco a poco, lo va alejando del que era natural. Quizás Cabanillas, con origen del mito de Tiresias, aquel que sintió como hombre y mujer -pues cambió de sexo dos veces por haber matado a serpientes macho y hembra en pleno coito-, y con ello atrajo la atención de Zeus, dote a este personaje del arrojo y fuerza atribuida a lo varonil y la sensibilidad e intuición de la feminidad. Y lo urde en el largo camino de la educación, del esfuerzo, de los maestros..., idea recurrente de Cabanillas el maestro, siempre educare y educere. Y también de un radical que reivindica el no olvido de las tierras que tanto tardaron en tener luz y agua, algunas hasta avanzados los años ochenta, hasta entonces pasto de ganado, caza y campos de tiro (Quercus y su autor movilizando los montes, consiguieron que el expresidente de Castilla La Mancha, José María Barreda, reconociera que no se había hecho todo lo posible con estas tierras, en referencia a la lucha con el campo de tiro de Cabañeros y su posterior despegue socioeconómico). Todo es posible, queda todavía una oportunidad de reequilibrar los mundos, parece decirnos Cabanillas, aunque no se esperan, ni se desean, más dioses.

    Valhondo, la última novela de la trilogía, es aquella que vuelve a lo recóndito del ser humano, pero en su infancia, en su ductilidad, en el alma pura que es capaz de, y a pesar de no tener más que lo indispensable, lo mínimo, manifiesta entusiasmo, puede albergar la esperanza, de la mano del guía, ilustrado en la urbe; juntos caminar hacia la utopía, sin ir muy lejos, que se pierde la realidad. El maestro joven, quizás el autor se desnuda, en su propia autobiografía, inocente y atrevido, sin complejos. Mete en su maleta la teoría de León Tolstói (1828-1910), y su escuela libertaria “Yásnahia Poliania”, con un cierto aire bucólico cargado también de una cierta "no violencia activa" como aquél anarquista cristiano. Busca la remisión de la condena a la ignorancia, buscará la libertad de todos, sin distinción de edad, de origen, de odio, de muertes a las espaldas, de magia…, de miedo, de abandono, de huida. Un maestro joven en una escuela unitaria en un mundo marcado por otras reglas. Él trae la utopía de un ilustrado, pero no el confort y el palacio, y se encuentra con los restos de una naturaleza sitiada para los dueños, con los rebaños de corzos y ciervos, gamos y jabalíes cebados para la caza del flirteo de los poderosos, con el reciclaje de lo inútil ya, lo poco que no puede utilizarse en los hogares de paredes de cal y camas de hierro cromado, o negro, como las mortajas, con el agua corriendo en los regatos, pero sin baño en las casas, con la carne del furtiveo, y el odio entreverado, la muerte de un resentido, pero también el afecto y la firmeza cumplida de que es posible, lo atisba, un cambio en el ser humano si se hace desde temprano y con fe. Mas, al final, el Amor, quizás el miedo a sucumbir, la búsqueda de otras rayas, hacen perderse entre la noche del deseo y lo real, las ruedas de un vehículo que no volverá nunca por esas carreteras nerviosas, de cúspides de vuelos de rapaces sobre la coronilla, de sonidos marcados por la berrea de los venaos… Allí, el punto y final. Todo quedó quieto. O no. Quizás se pueda volver a empezar. Sergio del Molino, habla de un "carlismo subyacente" muy difícil de erradicar en algunas zonas rurales. Algunos le critican, y hasta ven viejos mitos sobre el mundo rural ya desfasado. Esto queda a cuenta de cada lector que viaje o lea estas novelas y otras que nunca cierran el círculo de la totalidad.
    En estos tiempos convulsos y de graves crisis, como siempre en la historia, se habla de las “rayas” infranqueables, aquellas que no debieran rebasarse por el ser humano. Pero ahí está la “invisibilidad”, aquella que lleva tantos años, como los muebles viejos a los que nos acostumbramos en casa de los abuelos, pero que es el mundo rural, visible sólo para el otro “mundo visible”, el dominante, el urbanita, como escenario de cartón piedra para el uso puntual de retiro, de vacaciones secundarias, fiestas patronales, pasado de infancia impostado. Se discute de si el origen de aquella emigración, para algunos “huida” de la miseria, fruto de una política intencionada que fue vaciando los pueblos, o de una escalada de obligado abandono “preparado”, gestionado desde distintos poderes, con fines muy determinados que producen ese vaciamiento, la “España vaciada”. En ello, la literatura, cargada en distintos momentos de la historia de textos sociológicos o ensayos -como es el caso de La España vacía: viaje por un país que nunca fue (2016), de Sergio del Molino-, se acompañaron antes de otros que dieron ciertos toques de aviso que retomaron determinados grupos sociales que terminaron formando coaliciones políticas (hablamos de la plataforma España vaciada, o Revuelta de la España vaciada en Castilla León, con Soria ya... y tantos otros de las provincias más lastradas, veintitrés que tienen una media por debajo de la nacional, por el fenómeno. Un éxodo que se iniciaba en los años “50” del pasado siglo y que, en este cuarto de siglo, casi del XXI, abarca casi el 90% del territorio español (además de Castilla León, Lugo y Ourense de Galicia, Aragón, La Rioja, Extremadura, de Castilla La Mancha: Guadalajara, Cuenca, Albacete y Ciudad Real, y de Andalucía Córdoba y Jaén. Suponen un 58% del territorio nacional con un 17,2% de población, a finales de 2019 según el Instituto Nacional de Estadística (INE). De una conciencia que no ha desaparecido, de una rabia contenida, y de una desesperación palpable, han surgido grupos y plataformas políticas que están en el Congreso de los Diputados y en distintas administraciones regionales. Al autor Rafael Cabanillas no le toca dar la solución, pero sí dar el grito de atención, del peligro de la extinción de la esperanza.
    Otras mujeres, otros hombres, tuvieron “otra suerte”. Cabanillas presentaba el primer libro, Quercus, en San Pablo de los Montes, su primer destino como maestro, narrando sus experiencias, y cómo su vida había sido marcada por los Montes de Toledo, y por las gentes de aquella tierra, y hablaba de la miseria a la que eran arrastrados muchos guardas o trabajadores de las fincas que rodean el pueblo. De pronto, una algarabía distraía a los asistentes. Ese 24 de julio del año pasado se casaba Carmen Tur de Montis, hija mayor de Francisco de Asís Tur de Montis Figueroa, conde de Yebes, ya fallecido y enterrado en el panteón familiar de los Romanones, en Guadalajara. Un guarda vestía el uniforme de gala para esa ocasión; Rafael no pudo reprimir un “parece que el tiempo no pasa”. Esto trajo cierta polémica en el pueblo, aunque no llegó la sangre al río. A Cabanillas le dolió que ciertos sentimientos, como la gratitud -fruto de la ingratitud-, y el sometimiento, sigan arraigados y que las redes del poder se sustentan en buenos resguardos, leyes y cumplimientos legislativos difíciles de cambiar y hasta de comprender (no hacía muchos años que esa mujer, entonces niña iba a lomos de un caballo con su padre, que no bajó ni permitió discusión, mientras ese guarda impedía con una escopeta el paso a un grupo de reivindicadores de las “desaparecidas” “servidumbre de paso” por las tierras del Conde, coincidencias de la vida). El pueblo arracimado alrededor del coche de los novios no lo veía así. Era un detalle con ellos, tan sencillos, con un presente que ya no tenía sesgos de aquella vidurria y somentimiento. El espectáculo merecía un coro. La televisión sacaría sus bustos y serían ídolos por un instante. Y no es para tanto, la historia ya no es así, nos codeamos con ellos y ya no hay clases, somos todos casi iguales, se decían en los corrillos. Y si no, pregunten a cualquiera qué haría porque eso fuera real, hasta dónde llegarían a apostar o luchar, y no una mentira piadosa para no crearnos conflictos y malasleches. Porque al final ¿para qué?

    "Querido Rafael: mi padre fue gañán, carbonero, segador, guarda... Cruzó la sierra sin descanso, zancada a zancada..." dictan las primeras palabras de la carta de Carmen, nacida en San Pablo.

Al final, Rafael Cabanillas, sigue con su voz intentando hacer un mundo más incardinado a la naturaleza, más habitable, sin compartimentos estancos para tantos desclasados desparramados en las historias de los montes; para que los cielos que bañen Quercus, repartan las mismas gotas de justicia para todos; y entre todos y todas, su nieta y estrella en la noche que le llama abuelo. Ella es Muna, pero también podría ser Luna, la calle donde nació este singular escritor; luna que le guía en la noche, como la voz de la radio a Tiresias. Para ser esa voz de los silenciados.