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lunes, 30 de junio de 2025


Coincidencias

El pueblo es quien más ordena (Editorial Txalaparta, 2024).

Los claveles de abril marchitan en Portugal

De Saramago y el "apagón" del espíritu revolucionario del "74"  

  
    Diego Marcelo no pierde la sonrisa franca en ese rostro moreno y pelo rizado, negrísimo, que tiene. Va disparado de una mesa a otra del restaurante, con el tiempo justo de lanzar un comentario que le hace a uno sentirse como en casa. Su madre nació en las islas Azores, se casó con un portugués y vivieron siempre en la zona del interior, muy cerca de Viseu, a pocos kilómetros de donde trabaja y reside. Diego Marcelo no recuerda el último día que libró; no tiene noción de que mañana se celebra el "Dia do Trabalhador", y mucho menos las reivindicaciones para este año de los sindicatos. No le suenan aquellos "Mártires de Chicago", los anarquistas que otro primero de mayo de 1886 iniciaron una huelga, junto a otros miles compañeros, y perdieron la vida por reivindicar jornadas de ocho horas de trabajo, ocho de ocio y ocho de descanso. Diego cae ahora en la cuenta de por qué le ha dicho su jefe que prepare todas las mesas del local al terminar su turno esta noche.     
    Aquí, en Viana do Castelo, Marcelo todavía festeja el paso de abril a mayo, el 
Día de las Maias. Cientos de retamas amarillas aparecen de madrugada colgadas en puertas y ventanas  por todas las calles, sobre todo en la Praça da República (hasta no hace mucho eran muñecas ante las que se bailaba; viene de los celtas con sus rituales sobre la fertilidad de la tierra; luego vino Maia, diosa romana).
    Poso al lado de un jarroncito con flores frescas y la taza de café el libro Levantado del suelo (1980), del nobel José Saramago; una mirada profunda hacia el Portugal sometido en el largo periodo de la dictadura del siglo pasado hasta la Revolución de los Claveles (1974). La historia de los campesinos del Alentejo desde 1910, su lucha por huir del hambre, reivindicar sus derechos, la represión, pobreza y muerte. A Diego Marcelo tampoco le dice nada, no ha habido tiempo más que para trabajar desde que era un chiquillo. La novela danzaba a pasos cortos por el estudio, desde que se compró hace años en Tías (Lanzarote), en la casa donde vivió el autor hasta su muerte, hoy centro de estudios de su obra y biblioteca, gracias a su mujer Pilar del Río. Las circunstancias dilataron su lectura y ahora quise traerlo para terminarlo en el alma de Portugal, donde caí en este abril lluvioso, en la región de Oporto, entre sus gentes inquietas y creadoras, herederas de aquellas que vivieron la última revolución en Europa. En sus últimas páginas sobrecogen las hoy casi ingenuas esperanzas de algunos párrafos tras aquellas de sufrimiento, sangre, deshonor, inquina, barbarie, señoritos, militares y curas del régimen: "... Y entonces se empieza a hablar del primero de mayo, es conversación que todos los años se repite, pero ahora es un alborozo público, la gente se acuerda que aún el año pasado andaba escondiéndose por ahí, para combinar, organizar, era preciso volver constantemente al principio, ponerse en contacto con los de confianza, animar a los indecisos, tranquilizar a los temerosos, e incluso ahora hay quien no cree que la fiesta del primero de mayo pueda hacerse a las claras como dicen los periódicos, cuando es grande la limosna hasta el pobre desconfía. (...) La guardia esta vez se quedará viéndonos pasar, quien iba a decir que esto iba a ocurrir un día, la guardia quieta y callada mientras tú gritas viva el primero de mayo". 

El "apagón" del Primero de Mayo

    Alguien me dijo que en Portugal no tiene mucha fuerza el primero de mayo, que todo lo "echan" los "25 de abril" la fecha del calendario que dio paso a la tercera República. Pero este año fue luto nacional -en esta tierra de tintes religiosos-, por la muerte del Papa Francisco. Además, Portugal ha sufrido, el pasado 28 de abril, junto a España, el "apagón" de energía eléctrica que paralizó el país, pero no su calma y cuidado al venido de fuera de todos los ciudadanos; una jornada que trascendió sin la más mínima tensión en comercios y calles por donde se paseaba y charlaba en terrazas a la luz de las velas. Pero con la luz vino, después de cohetes de feria en la ribera del Tajo, también la carga eléctrica en los frentes políticos. Parecía reavivarse inmediatamente después en una "tensionada campaña electoral" a la Asamblea. 
Brais Suárez, en Oporto, para La Voz de Galicia.
    "Tensionada campaña electoral" entrecomillada por insulsa según los analistas y la calle. Tras la pérdida de confianza del primer ministro Luis Montenegro -por cuestiones derivadas de ciertas conexiones de negocios inmobiliarios de su familia-, las nuevas elecciones era solo cuestión de fogueo. El presidente de la República, también socialdemócrata Marcelo Rebelo de Sousa, Marcelo como nuestro amigo camarero, se vio obligado a convocar elecciones. Encuestas y comentarios en tertulias dan por seguro la llegada al gobierno de la extrema derecha con el partido Chega! (¡Basta!, en castellano) quienes habían presentado una moción de censura por el posible beneficio de la empresa de la esposa del primer ministro tras aprobar determinadas leyes de su gobierno. El primer ministro salvó el trámite, pero una posterior moción de confianza le llevó a dejar el cargo. Montenegro ha definido en la campaña, a su líder, André Ventura, como "xenófobo, racista, populista y excesivamente demagogo". Es quizás lo más notable del cruce de acsaciones y programas. El resto fue un paseo por tribunas y platós de televisión. Hasta que la pugna política entre la derecha y la izquierda derivó a encontrar en el "apagón", originado en el pais vecino, una nueva lid para atraer la mirada del desafecto votante. Como si los partidos políticos, los sindicatos que no han logrado encender las calles para el día del trabajador y, por ende la sociedad, no tuvieran ya los plomos fundidos; algo conocían de que esos plomos tampoco funcionan en el contrario sean partidos o patronal.
   Bajo ese clima se iniciaba la manifestación en Viseu, la cuna de Marcelo, que partía hacia la plaza Rossio a las 14,30 h., bajo los eslóganes a la voz de ¡Unidad Sindical!, ¡La lucha continúa!, entre pancartas de reivindicación sobre el incremento de salarios, el conflicto y genocidio sobre Palestina, reivindicaciones locales sobre empresas y trabajadores en conflicto. Al culminar la marcha, vendrían los discursos reivindicativos y sobre el escenario se recalca, por parte de los líderes de la Unión de Sindicatos de Viseu, estructura distrital de la Confederación General de los Trabajadores Portugueses (CGTP): “En mayo celebramos abril – Aumentar salarios y pensiones, defender derechos, contra el aumento del coste de la vida y defender los servicios públicos”
    La Confederación, fundada en 1970 en plena dictadura, tiene una clara influencia del Partido Comunista Portugués, muy importante y activo en la política con un partido que tiene presencia en el parlamento. Entre los sindicatos presentes en la manifestación para este "51º aniversario del 25 de abril" se confirmaba como  a la UGT portuguesa, que no estaba, se le catalogaba como correa de transmisión del empresariado. 
    Y como no, se habla de EEUU, de Trump, y de cómo sancionará empresas que abastezcan sus embajadas o consulados tengan incentivos favorecedores hacia la mujer o hijos, de la persecución a los inmigrantes. El repudio a este personaje y el resto que se van disparando por Europa va rozando la perplejidad y la impotencia. En un país donde aquel 25 de abril de 1974 el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) derrumba la dictadura que había comenzado en 1926 y que había tenido a Antonio de Oliveira Salazar desde 1933 en lo que llamó el Estado Novo. Mas la tarde pedía bajar la rabia con la música de Jorge Lomba y los cantares de Maio, diluyendo y apaciguando los ánimos de los manifestantes, que no las preocupaciones internas por lo que veían venir en el gobierno de la República y del caos del mundo.
    El pasado domingo 18 de mayo trajo los resultados de las urnas. La coalición de la Alianza Democrática (AD), el partido PSD de Montenegro, y el CDS, alianza de partidos de centro derecha, que le devolverá el gobierno, si se lo permiten los socialistas que en su debacle han sido alcanzados con el mismo número de escaños que Chega con su "trumpista" Ventura. La izquierda, que hace agua en todas sus formaciones en Europa, por "sunamis" que preconizan por finiquitado un ciclo. Aquí, en Portugal, ha ganado la facción de los herederos que estaban del otro lado de la "Revolución de los Claveles". De facto, en su nueva toma de posesión del cargo de primer ministro, el pasado cinco de junio, Montenegro recordó la caída de los socialistas, tras los ultras de Chega con una sentencia lacónica: "Las fórmulas, las fuerzas políticas y los liderazgos no son eternos". Y la "marca" que da la línea en la que va a girar su gobierno son las leyes nacionalidad y extranjeros, que limitará la llegada al país de migrantes, al tiempo que se aumenta a diez años de residencia en Portugal para solicitar la nacionalidad; se crea, paralelamente, una unidad nacional de policía de fronteras, Policía de Seguridad Pública (PSP). Es un claro "encuentro" con la segunda fuerza en el Parlamento, los ultraderechista de la Chega. El cinismo del ministro António Litäo se destapa cuando la califica de "firme y humanista", ante una "inmigración descontrolada" en todo el entorno europeo.


"Anatomía de un instante" para Alcalá de Henares (Madrid, España) 


Foto, Heraldo de Aragón.
    En el país vecino, el primero de mayo tenía la agenda marcada desde el gobierno de coalición. Cuestiones sobre derechos laborales y legislación por la lucha encarnizada, encabezada desde la vicepresidencia del gobierno, Yolanda Diaz, y los sindicatos, por la reducción de jornada semanal a treinta y siete horas, una mayor inserción laboral y mejora de contratación de salarios dignos y estables a los jóvenes en unas previsiones que hacen de España el motor de la economía europea con un crecimiento por encima del 2,5% del PIB. 
    Las manifestaciones en la calle, fueron, un año más, a la baja. Con pancantas mayoritarias que cegaban las sindicales sobre
la guerra de Ucrania -en via muerta de solución-, y la desesperación del genocidio de Israel con el pueblo palestino, con miles de muertos; o la irrupción inútil e interesada de un Trump resuelto a cobrarse las deudas y a pactar con cualquier mercader sin escrúpulos, en esta masacre, y ahora con Irán, el Líbano, Yemen, tantas otras guerras "invisibilizadas", las muertes devenidas por los desesperados en cayucos en las costas españolas, un continente africano desolado por las hambrunas y la explotación de sus tierras. De fondo, en alguna tertulia aislada y de aquellos veteranos que vivieron una clandestinidad y conocimiento de una Iglesia que se había puesto del lado de los desfavorecidos, el silencio o la desaparición de escena del nuevo Papa, León XIV, tras la muerte de aquel Francisco preocupado por los pobres; esas expectativas de su sucesor tienen su base en ser guía de casi mil millones de apelados católicos, y que el papa Francisco supo elevarse como "mediador" en los últimos conflictos.
    En lo político sorprende un paralelismo a lo sucedido en Portugal. Un presidente rodeado por corruptelas de sus más inmediatos y de plena confianza dentro de su partido partido, también enzarzado en cuestiones y posibles tramas judiciales como apelan hacia su entorno familiar, esposa y hermano, que a la postre todavía no le han motivado a presentar moción de confianza, ni a la oposición a la moción de censura. Un escenario que paraliza la gobernabilidad del país, y hace poco probable que logre finalizarlo en 2027. Su acción y liderazgo en varios frentes internacionales como son el posicionamiento a favor del cese del genocidio sobre Palestina y el plante al incremento desproporcionado del presupuesto en defensa y militar de la OTAN forzado por el mandatario estadounidense, le hacen pender de un hilo de su consideración como mandatario y como reservado en los procesos democráticos de un parlamento (como observamos la historia de los dos paises de la península corren parejos en los dos últimos siglos, y más atrás si vislumbramos el devenir de ambos).
    Ayer, en la puerta del viejo cuartel militar, hoy biblioteca universitaria que linda con el Rectorado de la Universidad Cisneriana de Alcalá de Henares, sale un hombre carirredondo y bigotudo al que le espera una mujer y un grupo de exaltados que ondean banderas no constitucionales del país y de la falange (se filma la serie Anatomía de un instante, título homónimo de la novela de Javier Cercas, en la que se diseccionan los momento cruciales del golpe de estado del 23F de 1981, y la intentona de la vuelta a una dictadura militar). A pocos metros, en la plaza de Cervantes, un operario de obras le comenta a otro, mientras maniobra un palillo mondadientes, "no te jode, el Paco se apunta ahora a Comisiones Obreras, con lo que están dando por culo".
Carro de combate en la filmación
 de la serie Anatomía de un instante,
sobre el "Golpe de Estado del 23 F", 1981.
    Está meridianamente claro que no se conoce, no se habló claro de la historia del sindicalismo, la transición en nuestro país, y mucho menos se observa una intención anlista de índole político-sindical para articular las relaciones con el poder y la persecución de unos objetivos laborales, sociales e ideológicos sobre los que membrar el futuro de estqa sociedad. La debacle de los derechos de los débiles y el cambio de ciclo en la historia están servidos.
    En la primera hoguera de San Juan que nos encontramos echamos al fuego aquello que llevamos tiempo en la mochila de lo no deseado, lo escabroso e irracional de cualquier ser humano, aquello que nos hace ser torticeros, olvidadizos y cainitas. 
    Aquellas hogueras juguetonas se apagaron pero el fuego real sigue quemando inocentes. La memoria borró el esfuerzo por la solidaridad y la justicia, los derechos y la libertad, y no falta mucho para que el primero de mayo nos vuelva a poner de rodillas sobre el suelo, como entrevió Saramago: "...Y como sobre lo que nos permiten tenemos que poner siempre lo que imaginamos, o no somos hombres merecedores del pan comido...".
    ¡Qué magistralmente nos devuelve el poder a su mandato tras breves periodos de supuesta libertad e indulgencia, cuando no se funden en el interior de las nuevas generaciones las armas de la historia, y la vigía constante de lo alcanzado! Quizás sea tarde, y todo habrá sido un frágil y fugaz instante de tregua.